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Serpenteando por los rincones del malagueño Valle del Guadalhorce

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Especialmente en esta época del año, por su climatología, invita a adentrase  por el interior de la geografía malagueña. En concreto, Turismo Costa de Sol nos propone el Valle del Guadalhorce, un paraje excepcional para descubrir en estos umbrales de las vacaciones estivales.

Valle del Guudalhorce
Pueblos blancos del Valle del Guudalhorce (Álora)

Recorrer, serpentear por el Valle del Guadalhorce, nos posibilitará poder disfrutar de su naturaleza y su heterogénea orografía, tan plural y variopinta como son las distintas localidades que se dispersan por los dominios del río Guadalhorce. Un singular entorno con un patrimonio monumental admirable, como también lo es su interesante legado cultural y sus costumbres, sus pueblos y sus gentes. Un conjunto que muestra la particular idiosincrasia de un pueblo ligado a su historia, con esa sencillez característica de los pueblos blancos.

La principal seña de identidad del Valle de Guadalhorce es la vinculación a una tierra que ha alimentado a sus habitantes, que le ha generado empleo, paisaje, economía y emociones.

En definitiva, un sinfín de alicientes que no defrauda, que cautiva al viajero que decide disfrutar activamente de esta privilegiada comarca descubriendo sus más recónditos rincones.

Almogía: de marcada herencia morisca

Son muchas las opciones para comenzar el recorrido por el Valle de Guadalhorce, ya que Almogía es uno de estos típicos pueblos blancos andaluces cuya historia queda bien reflejada en el aspecto de sus fachadas, casas de dos plantas cubiertas de tejados de tejas de dos aguas, en sus casas colgadas en la colina y en el irregular trazado de sus estrechas y empinadas callejuelas debajo del castillo que corona esta localidad de visible herencia morisca. 

De su patrimonio monumental destaca la iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción (S. XIX) y los restos de su Castillo, legítimo origen del pueblo. Por otra parte, una singular exposición al aire libre es también el Lavadero de la Noria, un conjunto de lebrillos con las piedras de lavar entorno a la alberca, del siglo XIX.

Coín: cabecera del Valle

Este pueblo, a pesar de su enorme desarrollo y de haberse convertido en cabecera indiscutible de su comarca, a caballo entre el Mediterráneo y el interior de Andalucía y próximo a Málaga capital y a la Costa del Sol, conserva unas señas de identidad que le confieren apariencia de pueblo blanco, de casas encaladas, rejas de hierro forjado y geranios en los balcones. 

Su iglesia de San Juan Bautista es una de las más grandes de la provincia, construida aprovechando una de las torres cuadradas de la antigua muralla de la ciudad musulmana, con dos portadas magníficas sobre escalinatas barrocas de evidente influencia árabe.

Sobresale también en Coín su tradicional alfarería, como podemos apreciar con una visita a su Horno alfarero árabe (siglo S.XV-S.XVI), perteneciente a “Cerámica Nabarro” (con b de barro), taller de cerámica y empresa familiar, muy interesada en recuperar los colores de la cerámica tradicional.

Otras visitas imprescindibles son: el Museo Antonio Reyna Manescau, la harinera el Molino, de la familia Méndez, fundada en 1790 y que da nombre a la calle donde se encuentra, Los Molinos, y por supuesto la Panadería Artesanal La Curruca, la más antigua de Málaga, con su horno de leña del siglo XVIII, donde los panes se amasan con los puños y el cariño que le ponen y donde, más allá de la degustación de exquisito pan para todos los gustos y caprichos, merece la pena saludar a Miguel, el entrañable panadero artesano que lo regenta y que es, en sí mismo, todo un personaje digno de conocer. Por último, no te puedes ir de Coín sin comer en el Restaurante Bohemia, acogedor establecimiento, en donde la gastronomía que se puede disfrutar allí está basada en productos locales, de proximidad, trabajados con mucho mimo y creatividad.

Pizarra: la de los cascareros

Pizarra se encuentra en el corazón geográfico de la provincia malagueña, en pleno Valle del Guadalhorce, entre ricas huertas frutales y a los pies de la Sierra de Gibralmora. Por su entorno se dispersan frondosas y extensas plantaciones de cítricos, donde poder probar limones dulces, algo sorprendente y realmente delicioso. Estas huertas confieren a esta zona un encanto especial, tanto por su verdor y frescura, como por la blancura de las tradicionales casitas de campo de la Vega.

Por su economía, netamente agrícola, en Pizarra no podemos dejar de contemplar su singular arquitectura rural. Llaman la atención los denominados cascareros, típicas construcciones de caseríos y cortijos, que se encuentran en las huertas, y que se utilizaban como secaderos de diferentes frutos, pero sobre todo servían para secar las cáscaras de los cítricos, que luego se usaban como materia prima para la fabricación de múltiples productos, como colorantes, esencias, productos medicinales, herbales, e incluso para la industria de la pólvora.

Visitar una huerta de cítricos de la mano de Sebastián Hevilla Ordóñez, gerente del Grupo de Desarrollo Rural Valle del Guadalhorce, es un auténtico lujo, y descansar en El Cortijo del Arte, un placer para los que buscan desconectar y revitalizarse.

Alhaurín el Grande:
la que cautivó a don Antonio Gala

Aprovechando la ladera de la Sierra de Mijas se levanta Alhaurín el Grande, entre extensos campos de cultivos propios de la serranía. De sus edificios históricos sobresale su iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación (S. XVI) y el Arco del Cobertizo, parte de lo que fuese una muralla de defensa en la antigüedad; el Portón de San Rafael; y la Fuente Lucena o de los Doce Caños con su agradable rumor del agua. También se pueden visitar sus yacimientos arqueológicos de época romana.

No es de extrañar que este enclave del Guadalhorce fuese elegido como lugar de residencia de ilustres personajes como Antonio Gala y, anteriormente, por Gerald Brenan. Sirva para incluir en el anecdotario que Gala afirmaba: «Vine a vivir a Alhaurín el Grande porque aquí vivía Gerald Brenan, que tenía 90 años y era como un ser inmortal. Y, sin embargo, el día que vine se murió». Como testimonio de su paso por la localidad se conserva a modo de casa museo “La Baltasara”, cuya visita nos brinda un emotivo recorrido por su intimidad. De su paso por Alhaurín, comentaba Gala a su secretario Luis: «Qué bien hice comprando la finca, ¿verdad? Qué hermoso es esto».

Por supuesto, para paladares golosos, hay que entrar en la Panadería Confitería Carnero, de las más antiguas del pueblo, y saborear los dulces típicos de la zona como la pata cabra, el bollo aceite, el rosco frito, la lengua de gato, la loca….. una delicia continua.

La muy flamenca villa de Álora

Álora es la cuna de los perotes, qué es como se conoce a los nacidos en este hermoso pueblo. Sorprendentemente, entre estos barrancos nacieron grandes artistas del mundo del flamenco como “La Malagueña”, Juan de la Cruz Reyes Osuna “El Canario”, Juan Trujillo o Trujillejo “El Perote”, Joaquín Tabaco y “El Cachorro”. Para disfrutar del espíritu flamenco que desprenden sus callejuelas nada más indicado que realizar la Ruta Flamenca de Álora, un recorrido por los rincones más significativos de la localidad inspirado en el omnipresente arte del flamenco y visitar su Peña Flamenca.

Símbolo significativo de la localidad es su Castillo, probablemente de la época visigoda; y también su Iglesia de la Encarnación.

Aunque también recomendable es la visita a las Bodegas Pérez Hidalgo, así como la inevitable degustación de las Sopas Perotas, con tomate, pimientos, cebolla, patatas, pepino, pan y que la hacen riquísima en el Restaurante Abilio. Suele servirse acompañadas con frutas de temporada. Por supuesto, en Álora hay que destacar y saborear sus carnosas aceitunas, que cuentan con Denominación de Origen Protegida (Aceituna Aloreña de Málaga).

En repostería unas increíbles empanadillas de polvo de patata y una especie de horchata hecha con avellanas, que allí llaman helado de avellana y que solo se encuentra en Álora. 

Cártama: desde su prehistoria

Entre tantas opciones, Cártama nos ofrece la posibilidad de acercarnos a conocer en detalle su historia, desde la Prehistoria hasta la Edad Moderna. El Yacimiento arqueológico, guiado por el arqueólogo Paco Melero, nos muestra la sensibilidad de un pueblo para cuidar su historia y su arquitectura. Aún tienen muchos hallazgos por descubrir pero, la Sala Museográfica de Cártama, cuenta con la mayor colección de arqueología ibérica de la provincia de Málaga y nos muestra piezas de época prehistórica, protohistórica, íbera, romana, tardoantigua, andalusí y de la actual Cártama.

Otro de los hitos de esta malagueña es la Ermita de su Patrona la Virgen de los Remedios, en el Cerro de la Virgen del siglo XVII. Un auténtico mirador natural desde el que se contemplan magnificas panorámicas del Valle del Guadalhorce.

El Chorro y Valle de Abdalajís:
naturaleza en estado puro

La versión más natural del Valle de Guadalhorce la encontramos en El Chorro y Valle de Abdalajís.  El, primero, el pequeño poblado de El Chorro fue construido para alojar a los trabajadores que construían el embalse del Conde de Guadalhorce y que accedían a él a través del Caminito del Rey, una estrecha pasarela de hierro colgada sobre el Desfiladero de los Gaitanes, que ahora se recorre con la máxima seguridad y permite disfrutar de un recorrido de vértigo maravilloso.

El Desfiladero o Garganta de los Gaitanes es uno de los paisajes más espectaculares que se pueden contemplar. Aquí, el río Guadalhorce, parece haber cortado a cuchillo la sierra para crear un tajo de más cien metros de altura.

Es un paraíso para los amantes de la naturaleza en su máxima versión. Puedes quedarte a descansar y a recrearte en la contemplación del paisaje en el Complejo Turístico la Garganta pero, para los más atrevidos, existen infinidad de oportunidades para recorrer este entorno, bien por cuenta propia o con el asesoramiento y planificación de la empresa de Turismo Activo La Garganta  (Escalada, Vías ferratas, parapente…), cuyos profesionales te ayudarán a descubrir nuevos rincones de la comarca. Un plan perfecto para poner broche de adrenalina a nuestro serpenteante periplo por los mágicos rincones del Guadalhorce.


 

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