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Rías Bajas de Galicia: del mar, de la tierra y de sus gentes

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La disposición de este rosario de islas compone una cadena natural que protege las rías gallegas de la bravura del océano, convirtiendo sus aguas en mansos lagos que bañan el litoral interior.

En verano, la vertiente oriental, presenta su lado más afable con bellas playas de arena muy blanca y agradable clima. En cambio, mar adentro aparecen abruptos acantilados, excelentes zonas para la nidificación de aves como la gaviota patiamarilla, que constituyen una de las mayores concentraciones de aves marinas de Europa. Más escasos son el cormorán moñudo, la gaviota sombría o el escaso araro, en peligro de extinción y que con suerte podremos ver en este seductor recorrido. Además de las playas, de la indescriptible sensación de ver la península desde el atlántico, los paseos por las islas incluyen la observación de varios endemismos botánicos, el lagarto de Sálvora o la singularidad de un frondoso bosque de laureles en la isla de Cortegada.

Ría Bajas de Galicia. Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas

Esta zona también es conocida como las Rías Bajas de Galicia. El Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas se encuentra en la franja costera de Galicia, al sur de Finisterre. Lo componen los archipiélagos y las aguas circundantes de las Islas Cies, Ons, Sálvora y Cortegada. En sentido norte – sur se encuentran, en primer término, Sálvora y Cortejada, en la Ría de Arosa; en el centro, el conjunto de Oms, junto a la entrada de la Ría de Pontevedra; y por último, las Cíes, protección natural de la Ría de Vigo.

Sólo algunas de las islas son accesibles desde distintos puertos como Vigo, Baiona, Bueu o Sanxenxo en barcos de recreo y en determinadas épocas del año. Recomendable es recorrer este parque marítimo-terrestre visitando todas sus islas andando y realizando distintas rutas marítimas en barco de pasaje, en barco de trabajo o en planeadoras pilotadas por expertos percebeiros. Varios itinerarios hasta llegar a visitar la desconocida vertiente oeste entre las islas y el inmenso Atlántico, descubrir sus exclusivos fondos marinos haciendo snorkle. Y visitar algunas de sus bodegas y lugares más representativos, disfrutando de la espléndida gastronomía presidida por los frutos del mar y otros productos exclusivos de las Rías Gallegas.

Isla de Cortegada, a un paso de Carril

La más interior de las islas es la de Cortegada, frente a la localidad de Carril, que señala la llegada del río Ulla al mar. Carril es un bellísimo pueblo pesquero unido por un agradable paseo con su vecina Villagarcía de Arosa. Aquí se encuentra una de las zonas marisqueras de entre las más preciadas de toda la costa de Galicia y del Cantábrico, siendo su principal exponente la excepcional almeja de Carril.

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En horas de bajamar, un breve paseo separa la isla de Cortegada de la localidad de Carril. Caminando o en barca, hasta llegar a la isla de Cortegada, se observan la enorme cantidad de parcelas perfectamente delimitadas en las que se cría el sabroso molusco. La singular imagen de hombres y mujeres agachados para recolectar el marisco puede contemplarse durante todo el año. Una estampa que enseña la dureza de la tarea de cavar y remover continuamente la tierra con el fin de sembrar y recoger.

Una vez arribados a Cortegada, la frondosidad de la vegetación y el sugestivo color verde incitan al paseo. Dos pequeños recorridos, uno perimetral y otro central permiten disfrutar de este jardín natural. Un vergel muy estimado por investigadores y científicos, además de por la riqueza de sus fondos marinos, por poseer el mayor bosque de laurel que existe en Europa, una enorme robleda y una importante masa de Pinus pinaster. También pueden contemplarse algunas de las ruinas de su anterior ocupación, como una rica casona construida a finales del siglo XIX. Existen también restos de cuadras y algún pozo. Pero el edificio más destacado es lo que se mantiene de su antigua iglesia monasterial del priorato de Cortegada, del que quedan también algunos restos, y un bello cruceiro.

Las rocas de los percebeiros: Sálvora, Ons y Onza

La isla de Sálvora calma la bravura de las aguas oceánicas a su entrada en la ría de Arosa. Más al sur, las rocas de Ons y Onza también suavizan el oleaje a la entrada de la ría de Pontevedra. Estos expuestos roquedos de la agitada costa gallega son lugares en los que se crían los afamados percebes de las Rías Baixas. Las veloces embarcaciones de los percebeiros realizan este mismo recorrido, Salvora, Ons y Onza en busca de las zonas especialmente peligrosas donde encuentran los mejores ejemplares. Zonas rocosas en las que el oleaje es extremadamente fuerte y donde pueden sufrir accidentes e, incluso, perder la vida. El frío y el fuerte oleaje de la costa gallega los convierten en auténticos profesionales y portadores de un valioso conocimiento del comportamiento marítimo costero.

En la isla de Ons es habitual encontrase con estos bravos trabajadores al concluir su jornada. Un punto estratégico que vigila la ría de Pontevedra, y lugar recomendable para disfrutar del merecido descanso frente a un ansiado plato de pulpo acompañado de sabrosas empanadas a base de vieras y berberechos.

Los percebeiros emplean generalmente una raspa o raspeta para desprenderlo de la roca, teniendo especial cuidado en no romper la parte musculosa del percebe para que conserve todas las propiedades biológicas y gustativas. Un percebe bien cortado puede mantenerse vivo durante varios días.

Islas Cíes y la Ría de Vigo,
entre bateas de ostras y mejilloneras

Galicia. Islas Cíes

El grupo de las Islas Cíes, lo forman la de Monteagudo, la de Faro y la isla de San Martiño, respectivamente la del norte, del medio y sur. Las dos primeras unidas de forma natural y con un poco de ayuda del hombre, por el gran arenal de la Playa de Rodas y el Lago dos Nenos. Este archipiélago cierra la ría de Vigo creando una balsa marítima ancha y sinuosa, ideal para el cultivo y engorde de las ostras y los mejillones.

Su contemplación permite diferenciar su recortada y abrupta franja occidental, de gran belleza y en la que abundan las cuevas provocadas por el fuerte oleaje; de la opuesta parte oriental, más suave y con agradables playas. En estas islas es de gran interés la concentración de aves, como el colimbo ártico, la pardela pichoneta y alcatraz, entre las especies invernantes. También nidifican la gaviota argéntea, el arao común, la gaviota reidora y el cormorán moñudo.

Aprovechando el desplazamiento, es recomendable visitar el poblado protohistórico de As Hortas, donde se conservan restos de antiguas construcciones. Más allá de la playa das Margaridas se encuentra un observatorio de aves con buenas vistas hacia los acantilados del sector oriental.

Facilitan el recorrido del entorno cuatro rutas de senderismo perfectamente señalizadas que permiten adentrase en la isla para disfrutar del paisaje y agradar a la vista con sus espectaculares panorámicas: La Ruta del Monte Faro, la del Faro da Porta, Alto Príncipe y la Ruta de Monteagudo. Todos los itinerarios son cómodos y de no más de dos horas de duración. Entre ellas, destaca la que se dirige al alto del Principe, desde este alto podremos contemplar una de las más bellas vistas de la Isla. Y a lo largo del recorrido observar la vegetación propia de este entorno, como los endrinos y el matorral de tojo.

Donde comer:

Por todo el itinerario propuesto se encuentran establecimientos de excelente relación calidad-precio en los que poder degustar los preparados más solicitados en las mesas y en los fogones. No faltan en estas propuestas culinarias los pescados y mariscos que han dado fama a la cocina gallega del litoral: mejillones, ostras, percebes, bogavantes, centollas, almejas, berberechos y el mismo pulpo a feira o en guiso.

Como acompañamiento, un caldo propio de la tierra: el Albariño. Rias Bajas es, además de una zona geográfica, el nombre de la denominación de origen que engloba los vinos de calidad que se producen en la provincia de Pontevedra con base en la excelente uva Albariña, inmejorable para las propuestas gastronómicas de los productos del mar.

Complemento inexcusable del recorrido por el Parque Nacional es la visita a alguna de las bodegas en las que se elaboran y miman estos dorados vinos.

Albariño Valdamor

La historia de la uva Albariño se relaciona con el Camino de las Estrellas y, en particular, con los monjes benedictinos que trajeron las cepas desde Centroeuropa en su peregrinación a Compostela, dejándolas bajo el cuidado de los monasterios. Valdamor, nombre de la bodega y marca de su Albariño tomó ésta denominación de una antigua leyenda gallega que habla entre el amor de dos jóvenes campesinos de familias enfrentadas que, como muestra de juramento de eterna fidelidad, plantaron una cepa de vino. Y así como su amor aumentaba, iba creciendo la cepa y cuando dio fruto era éste tan dorado y sabroso como ningún otro conocido. Los vecinos del lugar maravillados por lo sucedido llamaron desde entonces al valle, Valdamor. Tel.: (+34) 986 747 111


 

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