Inicio Secciones Con nombre propio Leonardo da Vinci, genio universal

Leonardo da Vinci, genio universal

1791
1

Pintor, escultor, arquitecto, ingeniero, físico, geómetra, biólogo, geólogo, astrónomo, botánico, anatomista, músico, escritor, lingüista, filósofo… Escasas fueron las ramas del saber intocadas por Leonardo da Vinci, prototipo de estudioso renacentista. Ejemplo seguido por Fernando Andrés y un grupo de artesanos que han reproducido once de las muchas máquinas que ideó el genio italiano… y han inventado una propia.

No exenta de reconocimiento, la figura de Leonardo da Vinci sigue siendo objeto de preguntas, incógnitas y admiraciones. Considerado como genio universal, por su dominio de todos los aspectos de la ciencia, fue prototipo de hombre renacentista. Sin duda, vivió en época turbulenta, pero propicia para el avance tecnológico y los descubrimientos, favorecidos por el mecenazgo de los ricos comerciantes italianos.

Leonardo da Vinci nació en 1452, en pleno Renacimiento, hijo ilegítimo de Piero, un notario de Vinci, lugar agreste y bucólico alejado unos treinta kilómetros al oeste de Florencia. Por aquel entonces, los turcos invadieron Constantinopla y muchos sabios emigraron a Italia con abundante información de los clásicos griegos. Además, coincidió la invención de la imprenta, lo que impulsó una mayor difusión de los textos.El autor de la Gioconda careció de formación académica, mas, criado en estrecho contacto con la naturaleza, destacó por su inquietud, su capacidad observadora, su profundo análisis, su continua experimentación, su perfeccionismo, su espíritu juvenil… Investigó los más diversos temas, dejando muchos proyectos inacabados, y profundizó en los mecanismos descubiertos por Herón y Arquímedes en la Escuela de Alejandría 1.600 años antes.

Leonardo Da Vinci
Leonardo Da Vinci

Leonardo da Vinci hizo gala de una actitud y profundidad observadora poco común, obteniendo sencillas relaciones basadas en el análisis y la extrapolación de la naturaleza. Siempre con un cuaderno en la mano, inventarió los conocimientos de los artesanos de su tiempo. No obstante, sus escritos filosóficos mantienen actualidad; sus análisis lingüísticos son pioneros en la naciente lengua italiana y sus matemáticas, que considera fundamental para explicar el universo, son de gran acierto.

Todo ello, propició que papas, nobles, reyes y señores, como Cesar Borgia o Giuliano Médici, reclamaran sus servicios como pintor, arquitecto, ingeniero militar e hidráulico. Valorado por unos y por otros, no sólo encontró el mecenazgo preciso para dedicarse al arte y la cultura, sino que muchos de sus escritos, más revolucionarios que los de otros que terminaron en la hoguera inquisitorial, gozaron de gran permisividad.

Por ejemplo, en una época en la que se prohibía el estudio del cuerpo humano, pudo diseccionar unos treinta cadáveres con los que dibujó con detalle y claridad gran parte de los órganos del cuerpo, incluso, un feto con útero por dentro.

Sin embargo, Leonardo da Vinci obtuvo mayor fama por su producción pictográfica, compuesta apenas por una decena de cuadros conservados y certificados, entre los que destacan la Gioconda y la Ultima cena, aunque otros tantos se le atribuyen con gran probabilidad. Todos destacan por la originalidad técnica y la fuerza expresiva, que le otorgan rango de maestro y de innovador indiscutible. Inventó la perspectiva espacial, graduando progresivamente la oscuridad en el fondo de los cuadros, y el esfumatto de los perfiles de los personajes, opuesto a los nítidos trazos habituales en las obras de su época.

Leonardo da Vinci murió en Cloux en 1519, tras vivir intensamente 67 años que le situaron como una de las personalidades más curiosas y polifacéticas de la historia de la humanidad. Los escritos que hoy se conservan suman más de siete mil páginas llenas de dibujos e interesantes comentarios escritos especularmente (para leerlos es preciso enfrentarlos a un espejo), consecuencia de su mayor habilidad con la mano izquierda y de su deseo de protegerse frente a sus coetáneos.

Su valor es incalculable y, por ejemplo, Bill Gates, presidente de la empresa informática Microsoft, invirtió 1.200 millones de pesetas para adquirir el Códice Hammer, un manuscrito de apenas setenta y dos páginas, con el que se ha creado un CD-ROM. Del ingenio del italiano, baste decir que, hoy, diseñar una máquina poco novedosa requiere meses de trabajo de un ingeniero, mientras que los cuadernos de Leonardo contienen cientos de bocetos sobre los más variados sistemas: máquinas-herramienta, voladoras y de guerra, relojes, instrumentos musicales, automatismos, medidores, barcos y muchos otros.

Quizás, la mejor definición sobre este genio universal la ofreció Sigmund Freud: «Es como alguien despierto cuando todos los demás aún duermen».

Las piezas que conforman la exposición itinerante «Las máquinas de Leonardo Da Vinci» fueron realizadas por un equipo dirigido por el profesor y ebanista madrileño Fernando Andrés, quien contó con la colaboración del arquitecto Cristhian Roviere para elaborar los planos de construcción, investigar los mecanismos y el funcionamiento de los bocetos. Junto a ellos, han hecho realidad los sueños de Leonardo da Vinci los artesanos Tomás Andrés, Manolo Quesada, Francisco Martín, Angel Fernández y Sebastián Sánchez.Confesos «enamorados de la obra de Leonardo», han necesitado cuatro años de investigación y seis meses de trabajo para construir las máquinas. La principal fuente de inspiración han sido los facsímiles de los códices Madrid I, Madrid II y Sobre el vuelo de los pájaros, donde se aprecia la original presentación de los manuscritos del italiano y su particular estilo de redacción, donde combina numerosos dibujos con comentarios escritos a izquierdas.

Curiosamente, el códice Madrid, dedicado a la mecánica, fue traído a España, donde estuvo perdido durante 130 años y se descubrió en 1967. En él, existe una minuciosa disección de las máquinas de Leonardo, considerado como el primer diseñador tecnológico que utilizó la perspectiva, los modelos y los diagramas para despiezar aparatos y explicar su funcionamiento. Hoy, es posible consultar una edición facsímil en la Biblioteca Nacional de Madrid.

Para Fernando Andrés, «Leonardo fue la persona clave en el Renacimiento. Se tomó la vida como una puesta al día. Además, las épocas de ruptura producen seres excepcionales. Casos como Leonardo, Einstein o Gandhi. Algunos intelectuales ya han puesto el dedo en la llaga, con la actual especialización, la técnica es incapaz de soluciones globales a los problemas».

Su equipo presentó en Ifema Juvenalia’89 la reconstrucción en pino de Oregón de once diseños. La única licencia que se han permitido es aplicar los inventos de da Vinci en la duodécima pieza de la exposición: un automóvil. Andrés asegura que «lo habría concebido con un sentido distinto al que le ha dado la sociedad contemporánea, un vehículo más de transporte que de consumo y ostentación. Como homenaje, como una especie de broma entrañable, en la exposición incluimos lo que llamamos un coche del Renacimiento, la única máquina que no fue fabricada por Leonardo. La hemos reconstruido con piezas que sí concibió él, que, incluso, había introducido mecanismos de freno y aceleración y hasta tres cambios de marcha».

Tan sólo existe otra colección similar, llamada La excelsa, compuesta por veinte máquinas y construida por Giovanni Sachi. No obstante, la de Fernando Andrés tiene la particularidad de que todos los objetos pueden ser manejados por los visitantes y adjuntan explicaciones sobre los principios básicos de la Mecánica en la Física, su surgimiento, su utilización, su funcionamiento y su posterior incorporación a la técnica actual.

Inventos de ayer, útiles de hoy
Barco de palas.- el remero mueve una manivela que acciona una rueda dentada grande, engranada con otra más pequeña, cuyo eje es solidario con las palas. Fulton, en 1807, ideó un barco a vapor con palas que, luego, se cambiaron por hélices.

Tornillo aéreo (hélice).- tornillo helicoidal, de doce metros de alto, hecho con tela y madera. Dos pilotos giran los pedales para enroscarlo en el aire como una barrena y volar. La escasa potencia generada por el hombre y el peso obligó a esperar cuatrocientos años, hasta la invención del motor ligero. El autogiro y el helicóptero usan hélices similares.

Grúa de pluma.- combinando tornillos, pesos y contrapesos, levantó, hacia el 1500, catedrales y altos edificios. Alcanzó los treinta metros de altura y varias toneladas de peso. Similar a las actuales grúas-torre, unos operarios en la base orientaban el brazo de la grúa; otros, en las plataformas, giraban el tornillo de elevar la carga. Un tercero, en la parte alta, giraba una manivela que acercaba la carga al centro de la grúa.

Alas batientes.- manivelas, poleas, cuerdas y ruedas dentadas conformaron una fiel réplica de las alas y las articulaciones de los murciélagos. No vuelan por la desproporción entre el peso y la potencia del piloto. Usadas para planear, preceden al ala delta.

Campana de buzo.– primera escafandra, con tubos de cuero, caña y otros materiales del siglo XV. La campana, de madera, es bastante hueca para que flote, pero no completamente. Tiene dos cavidades. Un orificio unido a la central deja pasar el aire para respirar. Otros, llevan aire a una segunda cavidad, facilitando la flotación y evitando tragar el agua que, a veces, entra y sale en ellos.

Maquina de movimiento continuo y alterno.- pensada para los telares. Una manivela marca una marcha circular-continua y un tornillo sin fin mueve una rueda dentada. Otra manivela mueve una biela, que lleva delante y atrás el tambor. Luego, se usaría para transmitir movimiento a las ruedas de las locomotoras de vapor.

Odómetro.– carretilla de medir recorridos. Cada 1,5 metros, un eje da una vuelta y la rueda vertical avanza uno de sus treinta dientes. Cada 45 metros, ésta mueve la rueda horizontal y cae una canica a la caja. Mejora el de Herón de Alejandría y precede a los actuales medidores digitales.

Grúa de poleas.- ocho poleas dividen por ocho la fuerza para elevar el peso y aún más en la manivela-torno. Su diseño permite un trabajo cómodo del operador, que mueve mejor una palanca que una cuerda. Se conserva la potencia en toda la transmisión. Como «el trabajo ni se crea ni se destruye, sólo se transforma», es preciso invertir dieciséis veces más tiempo para elevar el peso.

Entalladora de limas.– un eje de una manivela sincroniza (1) la elevación del martillo y el golpe sobre la lima por gravedad, marcando una muesca y (2) el avance de un paso de rosca hasta la siguiente muesca.

Ascensor de manivela.- elevador autoportante unipersonal. Tenía una base para los pies y se sujetaba con una mano, accionándolo con la otra. La manivela gira un eje, con una polea y una rueda dentada. Un segundo eje posee otra rueda, engranada con aquélla y otra polea. Una cuerda colgada en la parte más alta se enrolla presa entre ambas poleas, moviéndose con ellas. Otras dos poleas, en dos ejes cerca de la entrada y salida de la cuerda, la conducen sin rozar.

Grúa de engranaje y tornillo.- grúa de trípode para grandes pesos. Una manivela mueve un tornillo sin fin que gira la corona dentada y la tuerca del interior. Al impedir el giro del tornillo elevador, éste sube y baja, con enorme multiplicación. Diseñó rodamientos para evitar fricción, desgaste y pérdida de potencia.


 

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.