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Hórreos y paneras. Los signos de los tiempos

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Cuando el viajero cruce valles y montañas por tierras astures, en la cornisa cantábrica, se encontrará, con frecuencia, con signos y dibujos en piedras y cuevas prehistóricas de carácter mítico o mágico-religioso que no tenían otra misión más que la de dar buena suerte para la caza o la agricultura. Estas formas de expresión enraizaron, de tal forma, en los pueblos celtas que las fueron legando a sus descendientes hasta nuestros días.

Cuando los caminantes, observadores de las costumbres y las tradiciones, se topan con un hórreo o una panera, pueden contemplar en sus colondras, los signos de los tiempos con orígenes ancestrales en las brumas del pasado. Signos míticos de mágica influencia contra los malos espíritus y, más recientemente, signos ornamentales o conmemorativos y casi siempre marcas de obra del carpintero constructor.

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Los hórreos y paneras asturianos, con algunas derivaciones en regiones limítrofes, tienen un dudoso origen que se puede remontar hasta el Imperio Romano. Hay quienes creen que los gigantescos cajones de madera llevados sobre ruedas a los campamentos romanos en las campañas de conquista imperial, antecesores de las actuales caravanas, fueron abandonados con frecuencia y aprovechados por los lugareños, quienes los colocaron sobre unos apoyos para usarlos de almacén dando lugar, de esta manera, al nacimiento del hórreo.

La diferencia entre el hórreo y la panera es, fundamentalmente, la capacidad. La panera puede tener seis o más pegoyos, mientras que el hórreo siempre tiene cuatro. El hórreo suele ser muy simple en su perímetro, mientras que la panera suele tener, en gran parte, corredor y balaustrada. Y también son las paneras las más ornamentadas.

Estas construcciones están formadas, normalmente, por maderas de castaño y, excepcionalmente, por roble y otras maderas. Se pueden considerar como los primeros prefabricados de la construcción. Sus piezas van ensambladas sin un solo clavo, utilizando cuñas de madera.Con frecuencia, una panera formaba parte del ajuar de la novia. No hace mucho tiempo, cuando yo recogía dibujos y datos en la parte vieja de Navelgas, un viejo vecino me relataba que la panera que estaba fotografiando la habían traído, como dote, desde el pueblo de Yerbo, a unos diez kilómetros, en siete carros tirados por vacas. Tanto las paneras como los hórreos eran vitales en una casa de labranza, pues, en ellos, se almacenaban las cosechas y las carnes por sus cualidades de temperatura y conservación, estando, a la vez, aislados de los roedores y protegidos por los signos.

Los dibujos que, normalmente, se hacían en las colondras de la parte principal pueden ser superficiales o perforados, aprovechando sus huecos para dar ventilación al interior de la panera

En Asturias, se pueden diferenciar los hórreos y las paneras según las zonas. En la zona central y oriental, están cubiertos de teja y destacan los de Guimaran, en Carreño, o los de Fuentes, en Villaviciosa. En la zona occidental, están cubiertos por pizarra o paja y cabe destacar los de San Emiliano, en Allande; los de Collada y el caserío de Valles, en Tineo; los de Padraira y Pelou, en Grandas de Salime, y los de Somiedo, entre otros muchos.

Los dibujos que, normalmente, se hacían en las colondras de la parte principal pueden ser superficiales o perforados, aprovechando sus huecos para dar ventilación al interior de la panera. Los motivos son de lo más diverso. Nos encontramos frecuentemente soles o svásticas, cálices, motivos florales o geométricos e inscripciones. Dentro de estas últimas, me ha llamado la atención aquella que dice «… hízome el Guardia Cibil retirado…» que está grabada en una panera de Llaneces de Calleras, en Tineo. En el pueblo de Collada, del mismo municipio, podemos encontrar un amplio conjunto con diversos dibujos y, en San Andrés de Bárcena, existe una panera profusamente decorada con motivos geométricos y una amplia inscripción ya prácticamente ilegible.

Cuando el viajero pasa su vista por las viejas tablas de estas construcciones se puede quedar sorprendido al encontrarse todos estos signos de los tiempos que portan mensajes generacionales. Lo único que tenemos que hacer es levantar la vista, contemplarlos e interpretarlos.
La Construcción

1. Apoyo.- El hórreo o la panera se levantan del suelo por medio de cuatro o más apoyos llamados pegoyos consistentes en columnas troncocónicas (más anchas en la base que en la parte superior) de madera o piedra de metro y medio a dos metros de alto.
Aunque los más antiguos se apoyan en pegoyos colocados directamente sobre el suelo, se aprovecha mejor el espacio al construir, bajo el hórreo, cuarto cerrado por muros de piedra. Este puede estar abierto por uno de los lados y por arriba o cubrirse con un techo plano de tablas y contar con una puerta y algunas ventanas. Se usa para guardar el carro, animales y aperos de labranza o como taller o vivienda.
Cuando existe este cuarto, los pegoyos se alzan directamente sobre el muro. Si no, se aíslan de la tierra con una losa de piedra, llamada pilpayo, encajada en el suelo sobre la que se coloca el pegoyo para evitar que las humedades pudran la madera. Es importante que éste quede perfectamente vertical, nivelándose con cuñas de madera puestas a dos vientos, es decir, un par en dos de las caras del pegoyo. Entonces, se obtiene el centro de la superficie superior de éste para disponer la muela, pieza cuadrada o circular de piedra en forma de rueda de molino o plana que impide que los roedores suban por el pegoyo al hórreo.

2. El cuadro.- Colocados y nivelados los cuatro pegoyos y sus muelas, se sitúa el cuadro, formado por cuatro vigas llamadas trabes. Suelen ser de roble e igual longitud en el hórreo (de cuatro a seis metros) o un par mayor en la panera (de siete a nueve metros). Entre muelas y cuadro va el tacu de pose, pieza cuadrada de madera que corrige las posibles diferencias de altura entre las muelas, sirve de articulación entre el hórreo y los pegoyos y amortigua el contacto entre piedra y madera, pues si ésta se colocara directamente sobre la muela podría romperla. En esto radica la gran estabilidad de esta construcción.
Las trabes se engarzan entre sí a doble encaje. Si es una panera, primero, el par más largo y, encima, el otro par. Esta y algunos hórreos se refuerzan con la viga carcelera amarrada a las trabes por debajo con unas abrazaderas de metal, o más frecuentemente, de madera, clavadas a aquéllas para que no se desplacen lateralmente. A veces, la viga carcelera apoya en sendos pegoyos.

3. La colondra.- Sobre el cuadro, encajada en él, se levanta la colondra o cuerpo del hórreo o panera, formado por tablas de castaño de siete a diez centímetros de grosor. La altura va de poco más de un metro a metro y medio, en las paneras más modernas, y el ancho oscila entre cuarenta centímetros y un metro. Cada esquina de la colondra lo forma una pieza entera, el engüelgo o esquinal, sacada de una roya tallada en ángulo recto. Los hórreos más recientes tienen también esquinas de dos piezas unidas con puntas de hierro.
Los engüelgos y las tablas de la colondra cuentan con unas espigas en el canto inferior de unos cinco centímetros que se encajan en las escopladuras hechas en la cara superior de las trabes. Para armar la colondra se colocan, primero, los cuatro engüelgos perfectamente verticales. Luego, se rostran los engüelgos, es decir, se inmovilizan con unas tablas clavadas oblicuamente que los unen a las trabes. Entonces, se colocan el resto de las tablas – también llamadas colondras -, que se engarzan a las trabes con las citadas espigas inferiores y entre sí gracias a una regadura o canaleta de los cantos laterales. Así, dos cantos juntos forman una ranura donde se encaja, desde arriba, una fina tabla, llamada almilla, que une ambas tablas y cierra la unión impidiendo que entre el aire y la humedad. En hórreos modernos, las tablas están machiembradas, con espiga en un canto y ranura en el otro.
Cada costado de la colondra se cierra partiendo del engüelgo de cada esquina. Así, la última tabla en colocarse, la central, entra a presión desde arriba para que toda la pared quede ajustada perfectamente. En el costado de la puerta, esto no hace falta.

4. El cuadro superior.- Sobre la colondra se dispone el cuadro superior, similar al inferior, pero con vigas de menor escuadría: los linios. En las paneras, se coloca primero el par más largo y, encima, el otro, engarzado a media madera. La cara inferior de los linios cuenta con una regadura donde encajan los cantos superiores de las colondras, acabados, por ello, en bisel o cortados de uña. Así, el peso de la techumbre se reparte sobre toda la colondra y, a través de ella, pasa a las trabes sin puntos de apoyo concretos.

5. La techumbre.- Para levantar la cubierta se colocan los perros, vigas similares a los linios usados como tirantes que unen dos linios opuestos. En las paneras, se pone un par y, en los hórreos, puede haber sólo uno. Se unen con los linios a media madera.
Sobre los linios, cerrando las uniones con los perros, se pone el sobrelinio o touca, tabla clavada al linio con tornos de madera (espigas de sección cuadrada de unos veinticinco centímetros de longitud por dos y medio de grueso). Encajan en un agujero circular para que la presión se ejerza en cuatro puntos y no en toda la superficie de perforación, pues, en este caso, se aflojarían pronto y podrían sufrir dilataciones que rajarían la madera.

Sobre los perros, apoyando en el sobrelinio, se disponen las armaduras, compuestas por tijeras y aguilones que se cruzan en la parte superior. En las paneras, el cruce se hace sobre el cumbre, viga horizontal cuya longitud corresponde a la diferencia de longitud de las trabes cortas y largas y que permite que las cuatro aguas de la cubierta tengan la misma inclinación.


 

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